Y nos ha vuelto a dar una lección más. ¡Gracias, maestro! ¡Qué alegría ser terreno y humilde! Los que te suceden te hacen inmortal y no tienes que resucitar, porque nunca te has ido: descansa en paz tu cuerpo y tu espíritu nos marca el camino y cohesiona nuestras esperanzas e ilusiones.
José Luis Sampedro (Imagen de El País) |
¡Eres grande! Y con tu sonrisa etrusca lograste esa mirada tranquila, limpia, serena, equilibrada, reflejo de un espíritu titánico, que abomina del mundanal ruido y que ama lo esencial humano, espejo donde podemos día a día reflejarnos. ¡Gracias, maestro!
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